Hoy es día de una entrada muy especial. No es la primera vez que hablo de esto, pero jamás lo había hecho con la profundidad con lo que lo voy a hacer hoy.
No me duele ya hablar de esto, porque está superado y por qué sé que no volvera a repetirse. Pero vayamos por el principio.
Desde que nací siempre he sido un chico normal, con mucha imaginación, muy activo y con facilidad para hacer reír a la gente. Desde que tengo uso de razón no me he visto como una persona diferente a las que me rodean y durante toda la etapa de primaria esto quedo reflejado.
Tenía un interés desmedido por conocer, por desarrollar mis capacidades y demás, pero no es algo que se pueda considerar extraordinario. Se podría decir que tenía una vida de lo más normal.
Terminada la primaria el camino unificado por el que el todos nuestros pasos se movían se dividió y empeze a emprender un camino tortuoso y lleno de dificultades.
En mi primer año de instituto me fui desmarcando cada vez más de la tónica general de la clase. Por aquellos entonces mis aficiones y mi conocimiento sobre ellas aumento y cada vez se hacían más visibles para la gente que me rodeaba.
Se podría decir que yo no fui uno de esos jóvenes aburguesados que se limitaban a ser una copia de sus iguales, sentía que ese mundo no era el mío y que a mí me motivaban otra serie de cosas. Jamás pretendí destacar en ningún aspecto. Es cierto que los profesores siempre me tenían en consideración por que decían que era un alumno con unas grandes cualidades académicas y artísticas.
Era de los pocos a los que realmente le interesaba la oferta cultural que mi pueblo ofrecía (aunque mucha no fuera) y siempre fui de aquellos que les gusta escribir y presentarse a todo concurso que se precie. Por lo visto a ojos de mis compañeros de clase eso no era algo normal y mi rol de chico solitario se fue acrecentando.
Esto no quiere decir que fuera una de esas personas que no tenían amigos, pero la gente pensaba que me gustaba en el fondo no tenerlos. Conforme pasaban los cursos, lo que llegaría a ser mi infierno particular empezó poco a poco a abrir sus puertas y a darme pequeños avisos de lo que me esperaría en cursos posteriores.
La gente de mi clase me veía de forma neutral, o sea, yo no me juntaba con ellos porque no me gustaba y a ellos pues les daba un poco igual, aunque realmente comentaran mucho mi forma de ser. Pero resulta que por aquellos años yo viví por primera vez el compartir clase con gente repetidora, y eso fue lo que origino todo lo demás.
Cuando pase a 3º de la ESO mi vida cambio por completo, y pase de la dulce tranquilidad de poder disfrutar de “mi mundo” a cuestionarme cual era el motivo para seguir en este mundo. Perdí las pocas amistades que tenia, se fueron erosionando poco a poco hasta que ellos terminaron de aburguesarse y decidieron pasar su juventud entre discotecas, reuniones en parques, tabaco y modas varias, algo que choca con mi estilo de vida.
En dicho curso se reunieron varias personas (repetidoras), que venían del barrio más conflictivo de mi pueblo. Yo siempre fui un chico tímido, con dificultades para entablar nuevas amistades en persona y eso se me notaba. Como ya me quede sin amigos, pase por una etapa en la que simplemente quería estar con alguien para no sentirme solo, aunque esa persona y yo no congeniáramos mucho.
Chico de frágil alma llegue a ser y me convertí automáticamente en el blanco perfecto de todas aquellas personas que he nombrado anteriormente. ¿Solo yo? Si, solo yo, de los demás simplemente pasaban de largo, porque en el fondo eran vistos como personas normales, con su grupo de amigos, sus salidas y demás. Yo no, yo era el chico introvertido, de aficiones raras (que no quiere decir que sean raras, si no que la gente no las entendía) y claro, pensaban que era la perfecta persona de la que reírse.
Durante todo aquel año fui víctima de acoso escolar a muchos niveles. Cada día un compañero de clase nada más entrar me golpeaba en la cabeza mientras él y su sequito se reía. Mi pan de cada día era llevarme golpes de borrador, de tizas, tirarme bolas de papel, esconder mi material escolar, preguntas acechantes, burlas, insultos y demás.
Cuando estaba en clase más o menos pasaba del tema y me centraba en la materia, pero para mí los recreos era el momento del día más temido.
Algo puede doler, pero más duele si todo un instituto ríe al unísono. Desde bajadas de pantalones por los pasillos hasta directamente “misiles” con forma de puño sobre mi cabeza, encerrarme en el baño y atrocidades varias. Yo me encontraba de frente con la pasividad del profesorado, principalmente por ser sumiso y estar controlado por el propio alumnado y además, con la pasividad de los compañeros, los cuales simplemente miraban para otro lado.
Mis padres no llegaban a creer lo que realmente me ocurría y simplemente decían que era yo el que hacia un mundo de algo tan insignificante, que realmente no era para tanto y que en parte era culpa mía por no juntarme con la gente de clase.
Siempre he dicho que la impotencia es uno de los sentimientos que más odio, pues yo la vivía cada día, viendo como esa gente campaba a sus anchas mientras nadie hacia nada, y obviamente yo solo no podía hacer frente.
Repetí curso, dicha gente me atormento demasiado y mi rendimiento bajo mucho. Ese siguiente año fue igual, pero me sentía más desubicado aun por ser repetidor.
En casa tenía otra lucha particular. Mis padres no aceptaban en ningún caso el hecho de que yo no tuviera amigos, realmente no los tenía, a nadie (ni siquiera de internet). Pensaban que esa situación era provocada por mí. Muy erróneamente me decían que lo que tenía que hacer era salir un día, pegarme a un grupo, charlar un poco con ellos y voila.
Eso para nada es así, y por esos días la gente era más reacia a que alguien de pronto se uniera tu grupo, más que nada porque al conocernos todos y tener formados grupos desde pequeños, se hacía raro hacer cambios en el.
Mi madre siempre me decía que debía tener los amigos y la novia aquí, en el pueblo, pero yo siempre he dicho que no me gusta este pueblo, porque no me aporta nada y mucho menos me gusta la gente que aquí vive(no lo digo por todos). Me pasaba las semanas sin salir y mi madre me obligaba a hacerlo, así que tenía que salir, dar vueltas solo o sentado en un banco y luego llegar a casa como si hubiera estado fuera pasándolo bien.
Si ya pensaba que nada podría empeorar, llego mi problema de columna para joderme más la vida. No diré el por qué ni nada de eso, porque no viene al caso, pero lo que si diré es que a raíz de eso tuve que llevar un corsé de plástico muy abultado que me dificultaba el moverme, sentarme y muchas otras cosas.
Para mi instituto fue otro motivo más para la burla. Gracias a eso me di cuenta de que el acoso que yo sufría en ningún caso tenía límite y que la gente que me acosaba tanto física como psicológicamente, no era consciente del daño que podían producir sus actos. Todo esto quedo reflejado un día concreto.
Yo estaba en un pasillo del instituto, solo, como era normal. Una de las bromas más típicas era dar pequeños empujones por detrás y demás, a mí me hacían entradas de futbol. En una de esas un chaval me golpeo en la pierna y caí de espaldas al suelo. El corsé que por entonces llevaba lo tenía pegado al pecho, por lo que al impactar contra el suelo el corsé me golpeo en el pecho. Con el corsé puesto no podía levantarme por mi propio pie y debido al golpe que me di en el pecho quede sin respiración. Lo más que podía hacer es golpear en el suelo con el puño en un intento desesperado por que alguien me levantara. Estaba ahogándome y entre risas ni la gente que acompañaba a mi agresor decidió ayudarme.
Fue una profesora la que me levanto y me sentó en un banco, yo fue recuperando el aire mientras como si de una atracción se tratase, mucha gente me rodeo diciéndome uno de ellos que no debía hacer tanto teatro.
Cuarto fue mi último año y tan malo como los demás. Algo que he dicho muchas veces es que no me gusta estar solo en sitios con gente. No me gusta salir solo, ni ir por ejemplo a conciertos, salones del manga o cosas así solo, pero ese último curso lo tuve que vivir en soledad.
Antes si estaba solo en los recreos pues bueno, era yo con mis cosas y tampoco es que importara mucho el que estuviera haciendo y demás. Algo paso que lo cambio todo (otra vez).
En mi instituto se supo que a mí me gustan también los hombres y eso es algo que nadie entendió. Mi pueblo siempre ha sido corto de miras y en esto temas jamás ha sido muy informado. Automáticamente pase a ser un promiscuo que sentía atracción por todos los chicos de mi instituto.
De ese pensamiento nació mi aislamiento completo, pues en clase yo estaba sentado solo y no había nadie sentado a mí alrededor, y en los recreos siempre estaba solo pues nadie quería estar conmigo. Tuve la suerte de que ese año por primera vez se abrió la biblioteca de mi instituto, así que cada recreo esperaba en la puerta a que abrieran para meterme a leer.
Yo pensaba que la gente que en mi instituto estudiaba ya no podía ser más patética, pero se ve que aquí son de superarse mucho (para mal). Cuando andaba por los pasillos se escuchaban frases del tipo “maricon de mierda”, “culitos a la pared”, “te quiero a diez metros de mi”, “por detrás ni el aire” y el típico “cuidado que te folla” cuando alguien se agachaba para lo que fuera.
Todo esto y mis anteriores años de instituto me afectaron psicológicamente. Me volví muy frágil emocionalmente hablando y lloraba mucho, era reacio a ir al instituto y me daba hasta miedo algunos días, no ya por que se burlaran de mi, si no por estar solo mientras todo el mundo te mira, te señala y empieza a comentar.
Yo tenía la biblioteca, pero muchos días se quedaba cerrada y esos días me daba autentico pánico, así que algunos días me quedaba encerrado en el baño hasta que terminaba el recreo. Los chicos me veían como una amenaza y me insultaban y pegaban para evitar que yo “intentase” algo con ellos.
La palabra maricon se podía leer en pizarras, paredes y demás. Las chicas en cambio no decían nada de eso, pero ellas para nada se preocupaban por como estuviera, ellas solo querían saber la parte morbosa. Preguntaban cosas del tipo “y cuando te la mete un tío ¿te duele?” “¿Te has follado a muchos tíos?” “En una relación gay ¿Quién es la mujer?” y cosas así.
Solo me quedaba un año para salir de allí, así que me centre en mis estudios para poder irme.
Recuerdo que al comienzo de curso me dijeron: “te vamos a amargar el curso para que no vayas al viaje de fin de curso”, pero yo fui. Como nadie quería estar conmigo echaban a suertes con quien me tocaba en la habitación y siempre me dejaban la cama más estropeada. Como no era de los que me gustaba salir al pasillo a hacer el payaso, me solía quedar solo en la habitación, y los tíos pensaban que estaba en el cuarto de baño (literalmente) “haciéndote pajas viendo nuestras fotos y sin ducharte”.
Lo más triste de todo era ver como estaba toda mi clase junta sentada en una mesa comiendo, los profesores en otra y yo casi en la otra punta comiendo solo en otra.
Cuando por fin me dieron las notas recuerdo que nada más salir del instituto di el grito más grande de toda mi vida. Lo normal aquí es ir a estudiar el bachillerato a Fernan-nuñez no porque sea mejor, los profesores sean más competentes y demás, si no porque todo el mundo va allí.
Yo directamente me fui a Montilla alejándome de ellos para siempre.
Haciendo memoria, todo aquello que me ocurrió ha marcado en parte mi presente y durante unos años me hizo ser un chico más desconfiado y con el temor a vivir mis miedos del pasado.
A día de hoy aun veo a la gente con la que compartí instituto, y aun me miran mal o dicen algo sobre mí. Sigo sin tener amigos (como yo siempre he dicho de los cercanos, para poder salir y eso), pero desde hace unos años puedo decir que me siento plenamente feliz y que tengo a mi lado a gente maravillosa que me da todo su apoyo y su cariño y eso es lo que más valoro en este mundo.
Naota